En consonancia con el compromiso y el interés del Observatorio Social de la UNLaM, por fortalecer el vínculo con actores sociales clave del territorio, se ha llevado a cabo una entrevista al fundador de la Asociación Civil El Coihue Alexis Medina, y a la Referente de la Capilla Nuestra Señora de Guadalupe Liliana Manquez, quienes orientaron su labor social desde la perspectiva de la educación popular; pedagogía vinculada a la construcción de un conocimiento comunitario más equitativo y comprometido con los conflictos sociales.
El Coihue nació a finales del año 2000, a través de asambleas vecinales propuestas por la APDH para propiciar la participación colectiva como primera iniciativa ante la problemática de violencia institucional en el barrio Borgward. A partir de allí, se realizaron diversas acciones de acompañamiento y la implementación de proyectos orientados al fortalecimiento comunitario, entre los cuales, se impulsó un Bachillerato popular en la Capilla San Juan Don Bosco que ya tiene alrededor de 400 egresados..
Por su parte, la capilla Nuestra Señora de Guadalupe puso en funcionamiento un centro comunitario a partir del 2003, para brindar acompañamiento a familias en situación de vulnerabilidad de derechos, para propiciar espacios organizativos y para el fortalecimiento en el acceso tanto a la educación como a la salud. Actualmente, en el espacio se desarrollan cursadas de primer y tercer año de secundaria en FINES y también la posibilidad de finalizar la primaria. A su vez, se brinda un espacio de alfabetización para adultos y otro de acompañamiento escolar para toda la familia.
Ambos espacios propician la mirada de una educación que contribuya a procesos de construcción social más equitativas, y prácticas educativas críticas articuladas a praxis sociales transformadoras. En otras palabras, lo que se hace es poner en valor la participación popular en la construcción de los conocimientos de los pueblos y justamente la historia de ambos espacios mencionados, devienen del poder de incidencia de los saberes comunitarios en nuestros barrios populares.
En definitiva, la importancia de la educación popular se encuentra en la capacidad de los pueblos para motorizar procesos de revalorización y construcción de saberes colectivos, que resultan fundamentales para los procesos de transformación social y las posibilidades de construir una sociedad más equitativa. Si educar es impregnar de sentido todo lo que hacemos a cada momento y si las personas se educan entre sí con la mediación del mundo, es licito decir que reivindicar a la educación como un proceso comunitario es tejer redes y potenciar saberes que favorezcan al desarrollo de nuestra sociedad.