Este programa se dedicó a una temática que atraviesa el desarrollo local, la producción de conocimiento y los derechos sociales. El abordaje se realizó desde una perspectiva integral que vincula soberanía, educación pública, divulgación y políticas científicas, en el marco del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, conmemorado cada 10 de noviembre por iniciativa de la UNESCO.
El programa contó con la participación del secretario de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de La Matanza, Juan Pablo Piñeiro, quien reflexionó sobre el rol de la universidad pública en la producción de conocimiento, la formación de vocaciones científicas y los desafíos que enfrenta la investigación en contextos de desigualdad y dependencia. “La ciencia es la función más dinámica de la universidad, pero también la que requiere mayor inversión y maduración”, señaló Piñeiro.
Por otro lado, el investigador del CONICET, docente de la UBA y doctor en ciencia política, Mario Pecheny, abordó la relación entre ciencia, soberanía y derechos humanos. “No todos los desarrollos científicos se hacen para compartir. La ciencia pública es clave para garantizar el acceso a los beneficios del conocimiento”, afirmó. Pecheny también advirtió sobre los ataques a las ciencias sociales y humanidades, tanto por disputas de prioridades presupuestarias como por resistencias ideológicas al
Por su parte, el coordinador de la agencia de eriodismo científico CTyS UNLaM Nicolás Camargo Lescano, relató el trabajo de divulgación que realiza la agencia desde hace 15 años, y reivindicó el aporte de la ciencia en el desarrollo de la sociedad. “La ciencia es un producto cultural y político, hecho por sujetos políticos. Nuestro desafío es contar historias que conecten con la vida cotidiana sin perder rigurosidad”, explicó.
Finalmente, el paleontólogo y becario posdoctoral del CONICET, Matías Motta, compartió su experiencia en la primera campaña paleontológica transmitida en vivo desde la Patagonia: “Transmitir en tiempo real el trabajo científico fue un desafío enorme, pero permitió acercar la paleontología a públicos diversos”. Además, Motta destacó el vínculo entre ciencia, infancia y cultura popular.
Desde el Observatorio Social se reivindicó la ciencia como herramienta de transformación social, capaz de generar conocimiento situado, promover el desarrollo nacional y contribuir a la paz. La soberanía científica implica decidir qué se investiga, para quiénes y con qué fines, en diálogo con las necesidades de las comunidades.
